Museo del pene de Islandia

Miles de personas llegan cada año para conocer la exclusiva y excéntrica colección de penes humanos y animales que protagonizan uno de los fenómenos culturales del país de Björk.

No, no es  broma. En Islandia existe el Museo Falológico y está ubicado en la capital, Reikiavik. Por supuesto que con el tiempo el museo se transformó en una atracción turística muy popular debido a su exclusiva colección de penes de diferentes especies.

Para todos los gustos

En el Museo del Pene de Islandia hay penes humanos y animales, ya que el espacio cultural alberga la colección más grande del mundo de órganos sexuales masculinos, con cientos de penes de toda la fauna de mamíferos de Islandia y más de 100 especies extranjeras.

El pene más grande del mundo y el pene más pequeño del mundo

Desde el pene gigante de una ballena hasta el diminuto miembro de un hámster, cada órgano expuesto está meticulosamente catalogado y protegido. La colección comenzó en 1974, cuando un profesor de español recibió como broma el pene de un toro y años después abrió su propio museo.

Pene de cetáceo en el Museo del Pene de Islandia
Pene de cetáceo en el Museo del Pene de Islandia

¿Hay pene de cebra? Hay pene de cebra

El Museo Falológico presenta genitales de caballos arrugados y viejos cerca del pene de una cebra, conservado en posición vertical en estado flácido, o el de un carnero flotando en su frasco en estado erecto. “Los penes de los ungulados se diferencian de los penes humanos en que suelen ser fibroelásticos y soportan, proporcionalmente, mucho menos flujo sanguíneo. En consecuencia, sus penes no siempre se expanden y alargan mucho, sino que se enderezan cuando un músculo retractor se relaja”, según explica el museo islandés en sus catálogos.

El museo adquirió fama por sus historias. Fálicas, claro. Las mismas incluyen, entre otras, una que tiene por protagonista al rey Fernando VII de España, quien usaba un almohadón especial para suavizar sus embestidas coitales.

Gentileza video: Agencia EFE

Done su pene

Además, se pueden encontrar cartas de personas que se han comprometido a donar sus partes íntimas, como Tom Mitchell, quien donó su “pene, testículos, escroto y cuero cabelludo púbico”. En un principio, los lugareños eran reacios a visitar el museo, muchos suponían que la exposición era solo un show vulgar y no el museo de falos que realmente es, explica el museo.

La colección del Museo Falológico es, y lo afirmamos por si queda alguna duda, una rareza en el mundo de los museos y el turismo. Por supuesto que la zona en la que está el lugar está bien nutrida de chistes sobre el museo y el interés de las y los turistas que llegan casi exclusivamente para recorrer el lugar.

A disfrutar.

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